Antroposofía, Casos de ejemplo

Antroposofía

EXPERIENCIAS TERAPEUTICAS

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Dra. Marta E. Miguel

antroposofia

Caso 1:

En esta sección se expondrán casos de la práctica médica en los que haya sucedido algo entre médico y paciente. A esta experiencia queremos llamarla «un destello de comprensión», a partir del cual resulta una actividad terapéutica, sea por el tratamiento indicado o por fuerzas de confianza despertadas a partir de «lo sucedido».
El médico y el paciente sienten que en verdad ha ocurrido algo en la entrevista; no que se ha hecho algo, sino que «algo sucede».
En segundo lugar se intentará formular un diagnóstico científico-espiritual basado en la observación y el pensar, más un tercer elemento: el sentido de verdad a partir del «destello de comprensión».
En tercer lugar buscar una imagen que exprese lo esencial del hecho presentado.

Caso 2:

OBSESIONES Y CINIS EQUISETI

Se trata de una paciente de 28 años de edad que consulta por un estado de gran ansiedad y pesadez en miembros inferiores. Desde los 16 años consume anorexígenos preocupada por el aumento de peso. Al suspenderlos voluntariamente en tiempo reciente aumenta siete kilos. A esto se agregan micción abundante y frecuente diurna y nocturna, caída del pelo, sequedad de piel y frialdad creciente.
Desde los 18 a los 20 años tuvo severas infecciones urinarias a repetición que requirieron internación. A los 21 años registró un aumento súbito de l0 kilos de peso diagnosticándosele hipotiroidismo .
Es la mayor de tres hermanas, convive en pareja desde hace dos años, tiene un buen trabajo y es eficiente y reconocida en él.
La angustia el tema de «el peso» y vive pensando en ello; reconoce en los pensamientos persistentes un rasgo repetido a lo largo de su vida.
Lo primero que llama la atención en el examen físico es que se trata de una joven más bien delgada, con piernas bien formadas; tiene marcas de tinta a la altura de los gemelos y tobillos; ella explica que «ahí me mido el contorno dos veces al día.» La discordancia entre el relato y lo objetivo orientan a un trastorno psiquiátrico en ciernes de naturaleza obsesiva. Eso explica que la joven deambulara por varios consultorios provocando inquietud en los profesionales (comenta que un flebólogo la trato como si estuviera loca). La percepción clara del diagnostico cierto en el medico fue transmitida como por rebote o reflejo a la paciente: ambos «comprendieron algo» sin necesidad de palabras o explicaciones.
La medicina Antroposófica sabe que las enfermedades psiquiátricas tienen un fundamento orgánico, y como tales deben ser tratadas. Por ese motivo no se hizo derivación a un psicoterapeuta.
El transtorno se inició en la adolescencia: en lugar del interés creciente por el mundo que corresponde a un desarrollo sano en esta etapa, la joven se centro más y más en el aspecto de su cuerpo. Al llegar a la mayoría de edad las fuerzas de gravedad se impusieron, reflejadas en el súbito aumento de peso; esto es experimentado en el alma como «pesadez» y melancolía. Las piernas, que deberían estar insertadas a modo de columnas o soporte, son percibidas como atraídas hacia el centro de la tierra; falta el empuje ascensional.

El diagnóstico científico-espiritual revela una preponderancia de las fuerzas del cuerpo físico expresadas en la “sensación de peso» como fuente de enorme sufrimiento anímico, melancolía y aislamiento. Rudolf Steiner en Curso de Educación Especial explica la fisiología oculta de los pensamientos persistentes: la organización del yo débil en el organismo inferior hace que las impresiones de los sentidos no se graben en él con suficiente intensidad, y continuamente reflejen hacia la cabeza en forma de ideas fijas. «Este es un caso de un sistema metabólico motor débilmente configurado[…] que produce albúmina pobre en azufre». La debilidad de la organización del yo se expresa también en la prolongada conducta adictiva así como en la falta de calor vital. El cuerpo astral muestra una dinámica catabólica reflejadas en la abundante micción, y trastornos de piel y faneras. El cuerpo etérico muestra desbordes en los aumentos súbitos de peso por agua no integrada al organismo, así como en el compromiso tiroideo.
En la terapéutica lo decisivo fue el uso de cenizas de Equisetum Arvense en forma inyectable. Por la incineración se potencia el efecto calórico y se lo “dirige» hacia el pulmón; este sistema orgánico cumple el mismo proceso en el organismo. En la inspiración ingresa oxígeno que quema la sustancia corporal transformándola de “tierra” (entendida como lo sólido) en «aire». Como resultado surge, -rítmicamente renovado-, un efecto interior de carácter lumínico, con expiración del ácido carbónico formado.
Se utiliza el Equisetum por ser una planta antigua en la que aún no existe la polaridad flor raíz; el Equisetum es “todo tallo» y reúne en ese sector medio abundante sílice disuelto y vivo (productor de abundante cantidad de cenizas) y el azufre en estado salino como sulfato. Así provee fuerzas a la vez formativas y calóricas, reforzadas estas últimas por el proceso de incineración.
Sucedió el restablecimiento del orden orgánico y anímico que observa todo médico cuando la curación está en marcha. Sus condiciones vitales, laborales, afectivas y sociales también mejoraron.
Se realiza un seguimiento periódico ya que se trata de un trastorno de la constitución.

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La imagen correcta se expresa en el mito del Ave Fénix, que cuando veía cercano su fin, formaba un nido de maderas y resinas aromáticas, que exponía a los rayos del sol para que ardieran y en cuyo fuego se consumía. De la médula de sus huesos nacía otra ave fénix: triunfo de la vida eterna sobre la muerte.
En el recuerdo ocurre un proceso similar: las impresiones resurgen renovadas al ser rescatadas por la memoria. La contraimagen patológica está dada en el rebote reflejo de representaciones fijas e invariables como ocurre en el cuadro obsesivo.

Dra. Marta E. Miguel

Caso 3:

EL VALOR DE LA FIEBRE EN INMUNODEPRESIÓN

Esteban tiene 10 años; su diagnóstico es de daño cerebral difuso: hipotónico desde bebé, caminó recién a los dos años. No habla y tiene bajo peso y estatura. Consulta por deficiencia inmunológica (el dosaje de las inmunoglobulinas está muy descendido), que se expresan en resfríos y anginas pultáceas a repetición con fiebre elevada. Además sufre de diarrea crónica de carácter ácido y con abundante mucus.

Al examen llama la atención la cabeza del niño, algo deformada y asimétrica, la mirada que se pierde y no entra en contacto con el interlocutor, el rostro pálido, de piel casi transparente, ojeras azuladas y falta de mímica. Camina en puntas de pie. Queda cautivado y toca objetos con los que parece “tropezar” en lugar de ir activamente hacia ellos. Se muestra inquieto e impaciente por irse; La afectividad se reduce al contacto con los padres sin que se consiga despertar el interés por otro contacto humano.

Se trata de un niño con un grave trastorno del desarrollo anímico-espiritual al que se agrega un retraso en el desarrollo físico que llega a la malformación (excrecencias pedunculadas en la cara, persistencia de la comunicación interauricular, cráneo asimétrico,etc).y al crecimiento. Puede decirse: aquí hay deformidad de cuerpo y de alma. El Yo, a su vez, encuentra en esa corporalidad un obstáculo para su expresión, en lugar de una herramienta para sus propósitos. Falta centro, es decir, falta Yo. A él habrá que apelar en la terapéutica.

La imagen antroposófica del ser humano revela en éste una estructura triple en lo corporal y en lo anímico. En el polo superior cefálico asientan cerebro y principales órganos de los sentidos; a él se contrapone el polo inferior con los miembros y los órganos del metabolismo. Estos dos sistemas se neutralizarían -tal como sucede con electricidad positiva y negativa- si no mediara entre ellos el elemento rítmico que se ubica en el torax y corresponde a la actividad cardiopulmonar. Este no sólo equilibra, también cura La noción básica e s que estos sistemas y órganos, no sólo cumplen una función para la vida física, sino que también dan la base corporal para el desarrollo de la vida anímica : el sistema cef´alico para la vida pensante, el sistema metabólico-motor para los actos e impulsos de la voluntad, y el sistema rítmico para la vida de emociones, sensaciones, sentimientos, etc.

En este paciente el polo cabeza deja de ser organizador como corresponde a la etapa infantil y se refleja en el polo metabólico como inmadurez digestiva y automatismos. El déficit formativo alcanza hasta la estructura del corazón (CIA)

El cuerpo etérico es débil: se refleja en la asimilación deficiente de alimentos, que no alcanzan a ser vitalizados en el canal digestivo. Por lo mismo no crece en estatura ni aumenta de peso. Las fuerzas etéricas se orientan a fenómenos catarrales de las mucosas (rinitis, heces) y se estancan en la región amigdalina, dando signos de linfatismo.

La inmunodeficiencia indica la debilidad del “yo biológico” y los episodios febriles el intento infructuoso de hacer valer lo individual a través del calor generalizado. Pero son abortados con antibióticos y antipiréticos. En el polo cefálico el yo se muestra ausente, como revela la mirada vacía, la falta de concentración y expresividad facial.

El cuerpo astral predomina en los movimientos automáticos, casi reflejos, propios del accionar de la médula espinal, y en el polo metabólico a través de la aceleración del tránsito intestinal y la acidez en la materia fecal.

El plan terapéutico debía apoyar las fuerzas etéricas y de la organización del yo. Para esto se utilizaron metales; se indicó plata, que apoya el anabolismo, asociada al azufre como portador de calor. Pues al mejorar la hipotrofia física cabe esperar una mejoría en el desarrollo anímico. Sobre el sistema rítmico se indicó oro en forma de ungüento. Y en el sistema cefálico, árnica como vitalizador del sistema nervioso y apis- oro en alta potencia para compenetrar de calor y luz las porciones inferiores del cerebro y estimular desde ahí el futuro desarrollo orgánico.

EVOLUCIÓN: A los seis meses de tratamiento, las diarreas cesaron y aumentó de peso. Aquí los padres pudieron confiar en que había que respetar la fiebre. La experiencia de cinco días de hipertermia de 38, 5 a 39 grados con una madre convencida y no atemorizada fue decisiva. Esteban pudo sobreponerse a la fiebre con el apoyo humano del entorno (confianza), sin antipiréticos y con medicamentos que hacen “innecesaria” la fiebre.

Este fue un punto de inflexión a partir del cual se lo vio más concentrado y tranquilo, “como más independiente y buscando compañía para jugar”.

Los niveles de inmunoglobulinas aumentaron considerablemente, así como la circulación en su porción periférica.

Actualmente Esteban tiene 13 años y los episodios febriles son esporádicos. Inició la escuela con interés. La experiencia y el tiempo transcurrido muestran que el desarrollo orgánico e inmunológico ha repercutido en el desarrollo anímico-espiritual a través de la encarnación que la fiebre adecuadamente conducida produjo.

Dra. Marta E. Miguel

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